Recorrió el lugar sin descansar, corrió de nuevo y una vez mas. Pensó que sin parar lo iba a lograr, ya casi no dormía y tampoco comía. La gente sorprendida lo seguía y aunque parecía que se acercaba a su meta no la podía alcanzar.
Su cabeza dolía, sus ojos se cerraban a veces, sus piernas tambaleaban y con el pasar de los días dejó de sonreír, había olvidado que solo no podría lograrlo.
Hasta que un buen día, llegó al mismo lugar y empezó a saltar de nuevo, pero su mente ya no podía mas y antes de que intentará un salto mas, su mente decidió descansar. El niño cayó rendido en el suelo del lugar, pero su mente huyó. Sin decir a dónde fue y luego de unos segundos volvió violentamente.
Cuando sus ojos se dieron cuenta de que la mente los quiso abandonar, no podía descifrar lo que veía. Los brazos y piernas se emocionaron por su regreso y temblaron sin parar. Ahora no querían correr ni levantarse. La voz no sabía que decir de tanta alegría. Todos se estremecieron y miles de luces giraban alrededor, como la celebración por el regreso de un ser querido.
El niño asustado, sin entender lo sucedido solo vio que todos estaban allí. Pero no sabía la razón de la brusca huida de su mente, quien ahora cansada, no quería correr, sino que caminando lentamente pidió descansar. El niño no le hizo caso, he intentó volver a saltar pero ahora las demás partes del cuerpo se negaron y el cansancio fue general.
El niño volvió a su casa triste, estando en quietud le contó a su Padre lo sucedido. Su Padre le dijo que el estaba viendo todo y que tuvo que detener a la mente para que no huya. El Padre la regresó a tiempo, antes de que todos los demás quisieran irse también.
Hoy, el niño no se ha detenido, pero permanece tranquilo porque sabe que su Padre cuida de el. Aunque el niño no se ha dado cuenta, con cada salto, con cada intento crece un poco mas. Pero crece mas cuando corre a descansar en los brazos de su Padre.